En mayo de 2024, tuve el grato momento de participar en una discusión de organizaciones de mujeres en Colombia sobre la justicia de genero. Me quedaron muchas reflexiones en el tintero de una oportunidad invaluable para intercambiar ideas con expertas y profesionales de la región. Desde nuestra experiencia en Cepaz contribuimos al debate sobre los desafíos que se enfrentan en Venezuela y como afecta la justicia de género en América Latina.
Algo clave durante las discusiones, es que la violencia basada en género (VBG) en nuestra región ha evolucionado en contextos bastantes complejos, más allá del conflicto armado, autoritarismos, extendiéndose a escenarios de migración, emergencia climática, protesta social y crimen organizado. Estos contextos plantean nuevos desafíos para la investigación, sanción y reparación de los casos de VBG, especialmente para mujeres, niñas y comunidades vulnerables, quienes son desproporcionadamente afectadas. Es fundamental, reconocer la necesidad urgente de abordar estos nuevos contextos, especialmente en relación con la crisis de emergencia humanitaria y la movilidad humana que afecta a Venezuela.
Uno de los puntos más importantes que discutimos y que afecta en general a la región, fue la invisibilización de las violencias de género más allá de la violencia sexual. Esta sigue siendo una barrera crítica en la región, ya que otras formas de violencia, como la trata de personas, feminicidios y violencia reproductiva, aún no reciben la misma atención en los procesos judiciales. En Cepaz, hemos documentado cómo estas formas de violencia impactan a las mujeres venezolanas en situación de movilidad, lo que refuerza la necesidad de seguir visibilizando estas realidades. Incluso ir un poco mas alla, en lo que son los fenómenos asociados a estos tipos de violencia hacen la diferencia en su análisis y atención.
Otro reto central es la impunidad persistente. La falta de justicia crónica no solo perpetúa la violencia, sino que también destruye la esperanza de las víctimas. En nuestra experiencia en el caso venezolanos, trabajar en la documentación de violaciones de derechos humanos para presentar casos ante mecanismos internacionales, conscientes de que la justicia en el ámbito local aún es limitada o nula ha sido una práctica que ayuda a visibilizar la impunidad. Es crucial seguir fortaleciendo estos esfuerzos y colaborando con otras organizaciones de la región.
Dentro de todos los diálogos que sostuvimos, el reconocer la importancia de integrar la interseccionalidad en los procesos de justicia. No podemos abordar la violencia de género sin considerar cómo otros factores como la etnicidad, la orientación sexual y la condición socioeconómica agravan las vulnerabilidades. Esto es algo que ya hemos venido implementando en nuestros programas y que seguiremos reforzando.
Por último, me quedó claro que para avanzar hacia una justicia transformadora, debemos superar la lógica punitiva y trabajar hacia un enfoque reparador. El derecho penal no está diseñado para enfrentar las violencias estructurales que sufren las mujeres. En Cepaz, hemos estado comprometidas con seguir desarrollando enfoques que no solo busquen castigar, sino que reparen y transformen las vidas de las víctimas.
Este encuentro me dejó con la certeza de que, aunque los retos son enormes, el trabajo en red, la interdisciplinariedad y el apoyo mutuo entre organizaciones de la sociedad civil y profesionales del derecho son esenciales para seguir avanzando. Continuaremos aportando nuestro conocimiento y experiencia para enfrentar estos desafíos y lograr una justicia de género más efectiva y transformadora en Venezuela y la región.